Hoy me inunda la tristeza y el
dolor de patria se agudiza, me siento como si viajara en una máquina del tiempo
y donde lo único que cambian son los personajes. Hace cientos de años los españoles llegaron a
saquear a los indígenas , explotarlos y a hacerle su esclavos, hoy vemos como
los campesinos son saqueados, como los campos mineros son explotados y como somos esclavos del consumismo, dejándonos
deslumbrar como en esos años por juguetes que nos traen, pero a diferencia de
espejos ahora son los juguetes tecnológicos
que invaden el mercado para mantenernos controlados y los términos de globalización
que hacen que tratados como el TLC aparezcan como una excelente estrategia de
mercado para estar a la moda y a tono con
el capitalismo.
Estamos vendidos a unos cuantos extranjeros que solo buscan
llenar sus arcas, mientras aquí nos debatimos en una guerra civil de varias décadas,
representados por un presidente que es una pésima marioneta de la maquinaria
capitalista que nos gobierna, a la cual le resulta favorablemente que el hombre
ni siquiera sea capaz de pensar por sí solo y expresarse ante su pueblo. Una
fuerza pública que en vez de que su deber sea con el pueblo, proteja a solo a unos pocos
con traje de cuello blanco.
Que dolor siento al saber que
pese a las marchas y a los esfuerzos que se hagan, como siempre la memoria del colombiano
sea tan a corto plazo y en unos meses será solo un recuerdo.
Como hablar de revolución cuando
nuestros campos están azotados de violencia, nuestra gente
educada en el exterior o de empleados en las multinacionales que nos saquean, como
hablar de revolución cuando en mi casa tengo avena Quaker, bolsas de Carrefour y
compro los jeans de marca gringa y me siento Cool tomando un café en Starbucks que
dice made in México.
Siento que aunque unamos nuestros esfuerzos hoy, no tenemos un
verdadero líder o un grupo fuerte que logre llevar estas ideas y este sentir del pueblo a una
verdadera revolución que genere en verdad un cambio y este realmente a favor
del pueblo.
No he estado en ninguna marcha,
ni siquiera fui al Cacerolazo, pero hace
dos años comencé un trabajo fotográfico en el poco campo que queda en Chía, porque desde
hace un tiempo me ha inquietado como la ciudad de segmento cada vez se va a apoderando
mas de esta tierra fértil para cosechar y como la labor del campesino están ardua,
arriesgada y poco valorado por todos nosotros aunque hoy nos unamos a apoyarlos
en su protesta.
Este es mi aporte y de alguna
forma mi aprecio, admiración y respeto por
aquellos que como mis ancestros labran el campo y ponen la comida en las mesas.
Espero que sus esfuerzos y luchas por mantenerse en esta labor sean valorados y
se arreglen las condiciones para estos.
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